La glucosa en la sangre: Qué es, cómo se regula y su relación con la diabetes
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La glucosa es una molécula indispensable para el funcionamiento de todas las células del organismo. Es la principal fuente de energía utilizada por los billones de células para realizar desde contracciones musculares hasta combatir agentes patógenos.
Pero, ¿de dónde proviene la glucosa que circula en la sangre y cómo hace el cuerpo para mantener sus niveles estables? Entender este preciso equilibrio es fundamental para el control de enfermedades como la diabetes.
La glucosa es un monosacárido simple con la fórmula molecular C6H12O6. También se la conoce como dextrosa o azúcar. Junto a la fructosa, constituye uno de los principales carbohidratos simples que el ser humano puede digerir y absorber.
La glucosa ingresa al torrente sanguíneo principalmente a partir de los alimentos que contienen almidón y carbohidratos complejos como papa, arroz, pan, cereales, granos, frutas y verduras. Mediante la digestión estas estructuras se descomponen hasta glucosa simple que puede ser absorbida por el intestino delgado y liberarse a la sangre.
Una vez en el torrente sanguíneo, la glucosa llega a cada una de las células del organismo gracias al sistema circulatorio. Al entrar a las células, la glucosa se descompone mediante pequeñas organelas denominadas mitocondrias, liberando finalmente energía utilizable por la célula en forma de ATP.
De esta manera la glucosa circulante cumple el rol crucial de proveer combustible a los aproximadamente 37 billones de células que componen el cuerpo humano. Esta demanda constante de energía glucídica debe ser meticulosamente balanceada mediante la ingesta periódica de alimentos y una eficiente regulación hormonal.
Si bien la glucosa puede obtenerse de los alimentos ingeridos, ésta no permanece elevada en el torrente sanguíneo por mucho tiempo. Existen mecanismos eficientes para regular y mantener sus valores dentro de un rango saludable.
Los niveles de glucosa son regulados principalmente por dos hormonas producidas en el páncreas:
Insulina: es liberada cuando los niveles de glucosa aumentan en la sangre, como sucede luego de ingerir alimentos con carbohidratos. La insulina permite el ingreso y utilización de la glucosa por parte de millones de células del cuerpo. También estimula la formación de glucógeno, una reserva de glucosa almacenada en hígado y músculos.
Glucagón: es secretada cuando los valores de glucosa en sangre descienden por debajo de 70 mg/dL aproximadamente. El glucagón activa vías que provocan la liberación de glucosa al torrente sanguíneo por parte del hígado, a partir de las reservas de glucógeno.
El equilibrio entre estos dos procesos reguladores, la captación de glucosa mediada por insulina y la liberación de glucosa por glucagón, es lo que permite el rango estable de glucosa deseado de 70 a 100 mg/dL entre comidas.
Los valores de referencia de glucosa en sangre pueden variar levemente según la población y el método de medición. Las guías médicas actuales sugieren los siguientes rangos normales:
Adultos
Hemoglobina glicosilada (A1C): refleja el promedio de los niveles de glucosa en los últimos 2-3 meses. Por debajo de 5,7% se considera dentro de rango normal.
Niños y adolescentes
Bebés recién nacidos
Niveles por encima o por debajo de estos valores se consideran hiperglucemia o hipoglucemia respectivamente.
La hipoglucemia se define como cualquier valor de glucosa en sangre por debajo de 70 mg/dL generalmente. Sus causas pueden ser:
La gravedad de los síntomas de hipoglucemia tiene relación con qué tan bajos sean los niveles de azúcar en sangre y qué tan rápido ocurra la disminución.
Los síntomas leves o tempranos pueden incluir temblor, palpitaciones, hambre, irritabilidad, ansiedad, dificultad para concentrarse, visión borrosa, entre otros.
La hipoglucemia grave puede causar mareos intensos, debilidad muscular, confusión, cambios en la personalidad, convulsiones, pérdida de conocimiento e incluso coma o muerte si no se trata a tiempo.
El principal riesgo de hipoglucemias frecuentes o graves son los daños cerebrales permanentes por falta de glucosa.
El tratamiento inicial es la administración rápida de alguna fuente de glucosa como jugo, refrescos comunes, o tabletas de glucosa. Luego debe ingerirse un snack o comida una vez que el paciente se encuentre mejor y pueda deglutir.
Es vital detectar y evitar los episodios de hipoglucemia mediante el autocontrol glucémico en personas con diabetes. Asimismo se necesita ajustar cuidadosamente la dosis de insulina y otros medicamentos según pautas del médico especialista.
La hiperglucemia significa tener niveles persistentemente elevados de glucosa en la sangre, ya sea en ayunas o luego de las comidas.
Puede deberse a que el páncreas no produce suficiente insulina o que el organismo presenta resistencia a la acción de la insulina, impidiendo el ingreso efectivo de la glucosa al interior de las células.
Algunos posibles daños por hiperglucemia crónica no controlada son:
Ojos: la alta glucosa deteriora pequeños vasos sanguíneos de la retina causando retinopatía diabética, que puede llevar a ceguera.
Riñones: el exceso de azúcar daña a largo plazo las nefronas, células encargadas de filtrar las impurezas de la sangre. Esto se manifiesta como nefropatía diabética.
Nervios: la hiperglucemia persistente afecta la conducción de los impulsos a través de los nervios sensitivos y motores, generando neuropatía diabética. Sus síntomas son adormecimiento, hormigueos y dolor.
Pie diabético: el daño en nervios y flujo sanguíneo predispone a úlceras e infecciones difícilmente curables del pie por trauma mínimo en personas con diabetes mal controlada.
En casos extremos puede ser necesaria la amputación parcial o total. Se estima que un 15% de personas con diabetes desarrollará pie diabético.
Monitorizar meticulosamente los niveles de glucosa mediante exámenes de sangre regulares como A1C o glucometría capilar frecuente, es esencial para detectar y controlar la hiperglucemia crónica antes de que cause estos daños invalidantes o mortales.
La diabetes es probablemente el trastorno del metabolismo y regulación de la glucosa más conocido dada su creciente prevalencia en todo el mundo. Se caracteriza por hiperglucemia crónica debido a anomalías en la cantidad o función de la insulina.
Existen varios tipos de diabetes siendo los más frecuentes la diabetes tipo 1 y tipo 2. Sus diferencias radican en la causa subyacente de la hiperglucemia:
Diabetes tipo 1: (5-10% de los diabéticos)
Diabetes tipo 2 (90-95% de los diabéticos)
Para diagnosticar diabetes se utilizan exámenes como:
La diabetes debe tratarse de por vida para prevenir o retrasar la aparición de complicaciones. Los 3 pilares son: dieta saludable, actividad física regular y medicación para control glucémico que puede ser desde metformina e insulinas hasta nuevas clases como agonistas del GLP-1.
Asimismo, se recomiendan revisiones oftalmológicas, renales, cardíacas y de pies anualmente para detectar tempranamente daño en órganos blanco. De esta manera puede brindarse tratamiento especializado que mejore el pronóstico a largo plazo.
La tecnología ha permitido que las personas con diabetes puedan controlar y registrar fácilmente sus niveles de glucosa múltiples veces al día, sin necesidad de extracciones de sangre y análisis de laboratorio en cada medición.
Esto es posible mediante dispositivos portátiles llamados glucómetros, que permiten conocer la glucosa capilar de una gota diminuta de sangre generalmente del dedo. El procedimiento es indoloro y los resultados se obtienen en tan solo 5 segundos.
Realizarse controles pre-prandiales (antes de las comidas) y post-prandiales (1-2 horas después) posibilita detectar episodios de hipo o hiperglucemia para tomar medidas correctivas rápidamente.
Además, ver la tendencia a lo largo de días y semanas permite ajustar oportunamente la dieta, actividad física y dosis de medicamentos junto al médico para mejorar el control.
Algunos medidores de última generación ya no necesitan siquiera obtener sangre, sino que bastan con aproximar el sensor del glucómetro al brazo. Otros se conectan vía bluetooth al celular para almacenar un registro completo de las mediciones.
He aquí algunos consejos útiles que pueden ayudarte a mantener tus valores de glucosa dentro de rangos saludables:
Los glucómetros convencionales solo brindan mediciones de glucosa capilar en determinados momentos del día. Sin embargo, en los últimos años se han desarrollado métodos novedosos para medir los niveles de azúcar durante las 24 horas.
Estos nuevos dispositivos llamados sistemas de monitoreo continuo de glucosa consisten en un sensor diminuto que se inserta debajo de la piel (generalmente en el abdomen) y una monitorización portátil.
El sensor mide los valores de glucosa en el líquido que baña las células (líquido intersticial) cada pocos minutos. Esta información se transmite a un receptor portátil similar a un teléfono móvil para mostrar las tendencias y fluctuaciones a lo largo del día, incluso mientras se duerme.
Las principales ventajas de estos sistemas son:
Si bien el costo inicial de estos sistemas de monitorización continua es mayor al de los glucómetros tradicionales, estudios demuestran que su uso en diabetes tipo 1 y tipo 2 aumenta el tiempo dentro de rango saludable de glucosa reduciendo el riesgo de complicaciones onerosas en el futuro.
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